MATER ET DECOR CARMELI, La Federación surgió como respuesta al querer de la Iglesia. Por primera vez en año 1951 el Papa Pío XII, en la Constitución Apostólica ”Sponsa Christi” exhortó a las comunidades de vida contemplativa a crear Federaciones y Asociaciones de monasterios con el objeto de favorecer el crecimiento espiritual y formativo de los mismos. Este deseo sería reiterado por todos los documentos posteriores, y especialmente por el Concilio Vaticano II. Siendo respaldado también por los superiores de la Orden que siempre nos han prestado su ayuda fraterna en los esta obra de Dios. Son objetivos de la Federación:
Pero el más importante se todos es la FORMACIÓN de sus miembros, tanto a nivel inicial como permanente. Responde con este cometido al deseo de la iglesia y de la Orden. Expresaba el Papa Juan Pablo II, de feliz memoria, en un encuentro a las Monjas de clausura: “El Papa os llama hoy a seguir cultivando vuestra vida consagrada mediante una renovación litúrgica, bíblica y espiritual, siguiendo las directrices del Concilio. Todo esto exige una formación permanente que enriquezca vuestra vida espiritual”. La formación introduce en la mente los deseos de Cristo y hace capaces de vivir en las comunidades el reino de Dios caracterizado por el amor sin fronteras. Con este estilo de vida las monjas contemplativas responden a los compromisos contraídos con Dios, con la Iglesia y con todos los hombres. Respondiendo al objetivo de favorecer la fraternidad, la unidad y la comunicación entre los monasterios, la Federación edita periódicamente el Boletín informativo Todo de María. En dicho boletín participan todas las comunidades.
Origen de las monjas carmelitas En mayo de 1452 el Beato Juan Soreth acogió en la Orden a las beguinas de Ten Elsen en Gelderns, que deseaban ser carmelitas a fin de que “la Bienaventurada Virgen María, Madre de Dios, pudiera ser venerada por mujeres religiosas, de igual modo que lo era por los varones de la Orden. El Beato Juan Soreth creía que la vida de las monjas contribuiría a renovar el ideal contemplativo de la Orden y sería un impulso para mejorar la observancia entre los frailes. La aprobación de las monjas carmelitas se llevó a cabo con la Bula “Cum nulla” de Nicolás V, del 7 de octubre de 1452, solicitada probablemente por los frailes de Florencia para sus “pinzóqueras” (beatas).
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