SAN ENRIQUE DE OSSO,

PRESBÍTERO Y FUNDADOR

 Su vida
          Nació en el año 1840 en Vinebre, cerca de Tortosa. Movido por la lectura de la Vida de Santa Teresa sintió nacerle la vocación sacerdotal. Recibió la ordenación el año 1867. Su devoción a la virgen le llevó a celebrar su primera Misa en el monasterio de Montserrat.Enrique de Oss
          Viendo el peligro que corría la fe de los jóvenes, a ellos dedicó sus primeros afanes apostólicos. Se consagró a la catequesis y a las misiones populares, a la vez que era profesor en el seminario diocesano. Otra de sus prioridades fue el apostolado de la prensa. Conocía el influjo de la palabra escrita, veía con dolor los ataques que sufría la Iglesia y trabajó con ahínco en escribir libros y folletos para fortalecer la fe y defender a la Iglesia. Se sentía como Santa Teresa, “hijo de la Iglesia” y quiso que esta frase figurase en el sepulcro.
          Fundó varias asociaciones para hombres, jóvenes y niños. Promovió la piedad, para lo que escribió “El cuarto de hora de oración”. Fundó la Revista Teresiana y El Amigo del Pueblo. Se ocupó de los nuevos métodos de pedagogía. Fue un verdadero maestro. Escribió Guía del catequista y un catecismo para obreros. Era un alma ardiente y un corazón en ebullición. Ideó un Instituto de Hermanos Josefinos y otro de Misioneros Teresianos.
          Pero su obra magna fue la Compañía de Santa Teresa, fundada en 1876. Había intuido el papel de la mujer en la sociedad –“el mundo será lo que sean las mujeres”- y a la formación cristiana de la mujer se dedicarían plenamente sus “Teresianas”. Tuvo el gozo de ver los frutos de sus hijas en España, Portugal, África y Méjico. Y luego, en todo el mundo.
          El Señor le llamó para sí repentinamente mientras estaba haciendo ejercicios espirituales, el 27.1.1896. El papa Juan Pablo II lo beatificó el 14.10.1979 y lo canonizó el 16 de junio de 1993. Su fiesta litúrgica se celebra el 27 de enero.

Su espiritualidad
          San Enrique de Ossó estaba enamorado de su sacerdocio y de él sacaba la fuerza necesaria para llevar a cabo las enormes empresas que en solo medio siglo realizó. El Señor permitió que le visitara la tribulación y la más difícil, que es la que viene de los de casa: de parte de un convento de Carmelitas Descalzas, que él mismo había levantado y de la división de espíritus de su misma Compañía.
          Soportó las dos adversidades con gran fortaleza. Jamás se le oyó el mínimo lamento. Lo que hizo fue entregarse más denodadamente a las obras de apostolado. Su ejemplar actitud sorprendió y convenció a sus mismos enemigos. Enrique cargó con la cruz, y su virtud brilló especialmente en este tiempo de su pasión. Animaba a todos y él se consolaba con Santa Teresa: “Todo se pasa. La paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene nada le falta. Solo Dios basta”.
          D. Enrique fue hijo de la Iglesia, sacerdote, apóstol de la niñez y de la juventud, fundador de la Compañía de Santa Teresa y de otras maravillosas empresas para la gloria de Dios. Ossó conocía a fondo la vida y las obras de la gran doctora Teresa de Jesús, y de ella estaba profundamente enamorado. Sus escritos y sus fundaciones son la prueba de ello.

Su mensaje
          *Que crezca en nosotros el amor a los sacerdotes.
          *Que la juventud reciba digna educación.
          *Que la oración nos sostenga en las debilidades.
          *Que florezca el carisma del Carmelo y de Teresa.

 

Su oración
          Oh Dios, que en San Enrique de Ossó, presbítero, has unido maravillosamente una oración continua con una actividad apostólica incansable, concédenos por su intercesión que perseverando en el amor a Cristo sirvamos a tu Iglesia con la palabra y las obras. Amén.