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BEATA JUANA SCOPELLI, VIRGEN
Su vida
Nació en Reggio Emilia (Italia) en 1428. Sus padres, Simón y Catalina, fueron pobres en fortuna, pero ricos en virtudes cristianas. Pronto manifestó el deseo de ser religiosa y consiguió revestirse con el hábito de carmelita, llevando vida retirada, penitente y de oración en su misma casa.
Muertos sus padres, aceptó la generosa oferta que le hizo una rica y piadosa señora, de su hacienda con su casa y sus dos hijas, que también deseaban ser carmelitas. Así quedó establecido, aunque precariamente, un inicio de convento hasta conseguir otro lugar más espacioso y adecuado, que llegó a ser, previas las debidas licencias, el auténtico monasterio afiliado a la Congregación Mantuana de los carmelitas. Poco tiempo después ya contaba este monasterio con 22 religiosas bajo el priorato de la Beata Scopelli y la dirección espiritual de un padre carmelita.
Dotada por Dios de extraordinarios carismas, se le atribuyen numerosos milagros. Según sus biógrafos, el oficio de superiora fue para ella un nuevo estímulo en la práctica de la observancia regular de ayunos, silencio y sobre todo de oración, de donde dimanaban todas las demás virtudes.
Llena de júbilo, conoció por revelación el día de su muerte y sin disimulo anunció a la comunidad que, rotas las ligaduras de su carne mortal, muy en breve pasaría a las bodas celestiales. A la comunidad, reunida y entristecida, recomendó la más estricta observancia y sobre todo la práctica de la caridad por ser el alma de las comunidades religiosas.
Entregó su vida a Dios el 9 de julio de 1491. El papa Clemente XIV aprobó su culto inmemorial en 1771. Su cuerpo yace hoy en la catedral de Reggio. Su fiesta se celebra el 9 de julio.
Su espiritualidad
Como buen carmelita, amaba con singular ternura a la Santísima Virgen y la honraba con un devoto ejercicio llamado por ella “la túnica de la Virgen”. Rezábalo cada vez que deseaba alcanzar algún especial favor del cielo. Consistía en rezar hasta 15.000 veces el Avemaría, intercalando en cada centena una salve; además acostumbraba a rezar en las fiestas de la Virgen mil Avemarías.
En cierta ocasión habiéndole ordenado el confesor que supliera las mil Avemarías por una sola, fue tanto el fervor con que la rezó que pasó toda la noche en éxtasis. En la oración fue favorecida del cielo de una manera especial siendo el común oráculo de toda la ciudad y acudía a ella en sus necesidades. No por esto la olvidó el común enemigo de las almas, el cual la molestó con fuertes tentaciones de desconfianza en el Señor, pero siempre reaccionó con la oración y su filial abandono en manos de Dios.
La única prenda que poseía era el crucifijo y se consideraba la más rica del mundo porque, según decía, tenía con él “la llave de los tesoros del cielo”.
Su mensaje
*Que aunque nos cueste, oigamos al Señor que nos habla.
*Que continuemos la obra de Jesucristo.
*Que la Iglesia sea glorificada por mi vida.
*Que María sea conocida, amada, imitada e irradiada.
Su oración
Señor, Dios nuestro, que la Beata virgen Juana, tu fiel esposa, encienda en nuestros corazones aquel fuego de amor que encendió, para gloria de tu Iglesia, en sus hermanas vírgenes. Amén.
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