BEATA MARÍA DE JESÚS CRUCIFICADO, VIRGEN

 Su vida
         Nación en Abellyn (Galilea) entre Nazaret y Jaifa, el 5.1.1846. Su vida es un prodigio y en ella se vio palpable la mano de Dios. Desde muy niña hubo de abrazarse a la cruz de Jesucristo como muy bien lo indica el sobrenombre que eligió al profesar en el Carmelo.María de Jesús Crucificado
         Quedó huérfana a los tres años y su tío la llevó a Alejandría de Egipto, donde hizo la primera comunión. La prometieron en matrimonio a un joven, pero ella por conservar la virginidad que había prometido a Dios, huyó de casa sin dar noticia de su paradero.
         Por rehusar hacerse de su religión, un musulmán la hirió gravemente en el cuello con una cimitarra. Creyéndola muerta, la arrojó fuera de la ciudad. Curada milagrosamente por la Santísima Virgen, que se le apareció en sueños, se puso a servir, primero en Alejandría, después en Jerusalén, en Beirut y en Marsella. En esta misma ciudad, en mayo de 1865, ingresó en las Hermanas de San José de la Aparición; pero en 1867, siendo aún postulante, la despidieron a causa de los hechos extraordinarios de su vida espiritual, por los que la juzgaron más apta par ala vida contemplativa que para la activa. Habían comenzado ya, en efecto, los hechos extraordinarios que llenarían su vida: el 29 de marzo de 1867 por primera vez tuvo los estigmas.
         El 27.7.1867 vistió en Pau el hábito del Carmelo. El 21 de agosto de 1870 partió para Mangalore (India) donde el vicario apostólico Efrén M. Garrelon quería fundar el primer monasterio de clausura indio. Allí emitió su profesión el 21 de noviembre de 1871, y tomó como director espiritual mismo vicario apostólico.
          A consecuencia de algunas extraordinarias manifestaciones de misticismo que escapaban a toda explicación, el mismo Garrelon la juzgó movida por el espíritu de las tinieblas, por lo cual María hubo de volver a Pau en septiembre de 1872. Impulsada por Dios, partió para Palestina para fundar un Carmelo contemplativo en Belén, que inauguró en 1876. Tenía proyecto de fundar otro Carmelo en Nazaret, pero lo sobrevino la muerte.
         Tanto su comunidad propia como cuantos la trataban tenían a esta florecilla árabe y judía a la vez, como profundamente enamorada de Jesucristo. El 26.8.8178 expiraba santamente. El 13.11.1983 la beatificaba el papa Juan Pablo II. Era la primera mujer de Tierra Santa elevada a los altares. Su fiesta se celebra el 25 de agosto.
        
Su espiritualidad
         Al igual que a Santa María Magdalena de Pazzi, el Señor la llevó por caminos de alta mística y de fenómenos extraordinarios durante toda su vida. Ella, por el contrario, era sumamente sencilla, humilde y trabajaba por pasar sin hacerse notar.
         Aunque no había hecho estudios de ninguna clase, sabía dar consejos y explicaciones teológicas de una cristalina transparencia, fruto de su fe, y sobre todo del amor que la consumía. Fueron muy frecuentes sus éxtasis, profecías y raptos. Se ejercitó de continuo en las virtudes más sólidas y seguras, como son la humildad y la obediencia, a pesar del obsesivo poder que el demonio, en ocasiones, parecía tener sobre ella.
         Participó por largo tiempo de los sufrimientos de la pasión; desde 1867, especialmente en Cuaresma, aparecían en su cuerpo los estigmas. Solamente en 1876, después de habérselo pedido al Señor con insistencia, obtuvo que las señales externas desaparecieran, quedándole únicamente la dolorosa participación en los dolores del Señor.

Su mensaje
         *Que nos dejemos moldear por el Espíritu.
         *Que nuestros hermanos judíos reconozcan al Mesías.
         *Que la religión del Islam encuentre la luz.
         *Que el Señor ha sido grande con nosotros.

Su oración
         Oh Dios, padre de misericordia y de toda consolación, que has conducido a la Beata María, hija humilde de Tierra Santa, hasta la contemplación de los misterios de tu Hijo y la has hecho testigo de la caridad y del gozo del Espíritu Santo, concédenos, por su intercesión, que participando de los sufrimientos de Cristo, podamos exultar de alegría en la revelación de tu gloria. Amén.