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SANTA MARÍA MAGDALENA DE PAZZI, VIRGEN
Su ficha
1566.2.4: nace en Florencia de la noble familia de los Pazzi.
1576.25.3: a los diez años recibe por primera vez a Jesús Sacramentado
1576.19.4: hace voto de virginidad.
1578.30.11: el día de San Andrés se siente herida pro un dardo de amor.
1580: queda interna con las religiosas de San Juan de los Caballeros.
1581: sale de su internado y lucha duramente por alcanzar de sus padres el permiso para entrar en el Carmelo.
1582: ingresa en el monasterio carmelitano de Santa María de los Ángeles, de Florencia.
1583.30.1: toma el hábito del Carmelo.
1584.27.5: in artículo mortis hace su profesión y cada mañana durante 40 días se le aparece Jesús y la instruye.
1585.8.6: vigilia de Pentecostés, se inicia el segundo ciclo de éxtasis.
1586.20.7: es llamada en un éxtasis a la reforma de la Iglesia.
1589: es elegida vice-maestra de novicias.
1595.6.10: es nombrada maestra de profesas.
1598.2.10: es elegida maestra de novicias.
1607.25.5: muere con gran fama de santidad y milagros.
1626.8.5: el papa Urbano VIII la beatifica.
1669.22.4: Clemente IX la inscribe entre los santos.
Su vida
Nació en Florencia (Italia) el 2.4.1566 de padres nobles, Camilo de Geri de Pazzi y Magdalena María Buendelmonto. Fue bautizada al día siguiente de su nacimiento y le fue impuesto el nombre de Catalina. El 25.3.1576 hizo su primera comunión y el 19.4.1576 hizo a Dios voto de virginidad. El 30.11.1578 tuvo el primer éxtasis en presencia de su madre. A este le seguirán tantos que merecerá el sobrenombre de “la extática” por excelencia.
A los 8 años estuvo interna un tiempo en el monasterio de las Damas de San Giovannino, y a los 14 volvió al mismo Monasterio con la condición de que pudiera comulgar todos los días festivos, cosa insólita en aquellos tiempos. El 14 de agosto de 1582 entró por quince días en el monasterio de las carmelitas de Santa María de los Ángeles para conocer la regla y ver si esta podía responder a la llamada divina y a su particular inclinación.
Encontróla conforme a sus más íntimos deseos y se decidió por este monasterio, a lo cual le ayudó también el hecho de que las carmelitas, por concesión excepcional, podían comulgar diariamente. El 1 de diciembre de 1582, sábado anterior al primer domingo de Adviento, traspasó Catalina para siempre los umbrales de la clausura y entró a formar parte de la comunidad de las carmelitas de Santa María de los Ángeles.
El 3.1.1583 visitó el hábito carmelita, dando comienzo fervorosamente a su año de noviciado. A primeros de marzo de 1584 se le manifestó una misteriosa enfermedad que los médicos declararon incurable. La priora y maestra resolvieron que hiciera la profesión de sus votos y la hizo, llena de gozo, el 27.5.1584, fiesta de la Santísima Trinidad. La hizo “sobre una camilla acomodada delante del altar de la Virgen”.
Desde aquel momento comenzó un periodo sorprendente de éxtasis: todos los días, después de la comunión, quedaba extática por espacio de dos o tres horas. En ocasiones tuvo nuevos y repetidos excesos de amor a lo largo del día, mientras los favores divinos se renovaban. Quedó curada el 16 de julio y el 24.3.1585, vigilia de la Anunciación, San Agustín le escribió en el corazón las palabras “Verbum caro factum est”.
El 15 de abril le fueron impresos para siempre en el alma los estigmas invisibles. El 28 del mismo mes recibió de Jesús el anillo que sellaba su místico desposorio con Él. El 16 de junio, fiesta de la Santísima Trinidad, comenzó la gran prueba llamada “lago de leones”, que iba a durar cinco años.
Fue llamada en estos años a la ardua empresa de la “renovación de la Iglesia y particularmente de los religiosos”. Le repugnaba el hacerlo, pero fue preciso obedecer. Por esta razón escribió algunas cartas, mientras estaba arrobada su mente, al sumo Pontífice y a otros prelados y siervos de Dios, hablándoles de renovación. El 24.8.1590 murió su madre y la vio “en las penas del purgatorio, alegre y contenta”.
El 3 de mayo, también de 1592, año en que le confiaron el oficio de sacristana, tuvo un gran arrebato de amor: corría por el monasterio y tocaba la campana llamando a todas las almas “a amar al Amor” (IV, 708). El 1 de mayo de 1595 pidió al Señor el “desnudo padecer”.
En 1595 fue elegida maestra de las jóvenes y tres años después de las novicias, con las que trabajó con toda su alma para formarlas a imagen de Jesucristo. El 24 de junio de 1604, en un parto que le duró todo el día, terminaron los éxtasis y comenzó el periodo del “desnudo padecer”, que se prolongó hasta su muerte. El 13 de mayo de 1607, Magdalena recibió la extremaunción. A los ocho de la mañana del viernes 25 de mayo entró en agonía, y a las dos de la tarde murió. Junto a su lecho, sus hermanas religiosas rezaron el Símbolo de San Anastasio, o sea, la profesión de fe en la Santísima Trinidad, el mismo símbolo que había hecho extasiarse a la santa desde los primeros años de su vida.
Al año de su muerte se abrió su sepulcro y su cuerpo apareció fresco, entero y flexible. Fueron muchos los prodigios que el Señor empezó a obrar por su medio y por ello en 1611 dieron comienzo los procesos par ala beatificación, que llegó el 8.5.1626 por el papa Urbano VIII. Clemente IX la canonizó el 28.4.1669. Celebramos su fiesta el 25 de mayo.
Sus obras
Santa María Magdalena no escribió nada, pero fue obligada por la obediencia a confiar cuanto espiritualmente le sucedía. De este modo se recogieron, dictándolas ella, las relaciones de los favores celestiales recibidos. Algunas de estas relaciones se tomaron durante los éxtasis de la santa.
Cinco libros conservan con cariño las monjas carmelitas de Florencia, que recogen las principales revelaciones y doctrina de Magdalena:
Los cuarenta días, Los Coloquios, Las revelaciones e inteligencias, La prueba, Renovación de la Iglesia, Avisos, sentencias, cartas familiares.
Un buen conocedor de la doctrina magdaleniana ha podido escribir que las obras de Magdalena “abundan en concepto sublimes, en visiones profundas, en interpretaciones agudas, en personificaciones vivísimas, en variedad de símbolos y en tantos sentimientos que no es posible desear más. No faltan páginas de una viveza ingenua, de una gracia exquisita que hacen brotar aquí y allá rosas de imágenes frescas. Las oraciones son espléndidas, llameantes como la espada de un querubín. A la bellaza y el valor del contenido no siempre corresponde la belleza del vestido: aunque el lenguaje no es malo, el periodo no siempre es perfecto. Repite, deja frases sin concluir y usa demasiadas preposiciones y otras partículas. Pero nuestra carmelita no preparaba su obra en el escritorio: habla en éxtasis y eso lo dice todo” (R. Cioni).
Su espiritualidad
Ya ha quedado reflejada en cuanto precede, pero añadimos estas nuevas facetas. Esta virgen carmelita es una de las más grandes místicas, extáticas y estigmatizadas de todos los tiempos. Después de casi cuatro siglos, su mensaje espiritual sigue siendo de gran actualidad.
Podemos sintetizar su rica espiritualidad en estos puntos:
*Todo el mensaje de la santa gira en torno a lo que constituye el núcleo del cristianismo: “Dios es amor”, “el amor es Dios”. Núcleo percibido con una claridad y evidencia extraordinaria, sentido con una intensidad irresistible, expresado con una insistencia incansable que hace de la vida y doctrina de esta santa como una hoguera incandescente de amor, un éxtasis casi ininterrumpido, que la arranca de todo lo terreno, para abismarla en el seno de la Trinidad y abrasarlo todo en el amor.
Pero ante la soberbia e ingratitud humana, la santa no puede menos de dejar escapar de continuo un amargo quejido de dolor: “¡El amor no es amado!”, por eso su más absorbente preocupación fue la de hacer amar al amor. Y es que en la visión de la extática florentina, el amor lo es todo, en el orden divino y en el humano. El amor es como un río impetuoso que brota de la profundidad de Dios, se desborda y lo invade todo.
*La vida de Magdalena fue dura, un continuo martirio por las almas, pro la Iglesia, a la que amó apasionadamente. Y porque “amor es dolor”, Magdalena se abrazará toda su vida a la locura d ela cruz, cuyas llagas llevará impresas en su cuerpo, y se ofrecerá víctima de amor por los pecadores lanzando aquel grito jamás oído: “Padecer y no morir”.
*Su celo por las almas no tenía límites. Gritaba por los claustros del monasterio de Florencia: “¡Almas, Señor, dadme almas!” Su gran anhelo va plasmado en esta frase: “¡Jesús mío!, dadme una voz potente que la oiga el mundo entero: nuestro amor propio es el que nos ofusca vuestro conocimiento. El amor propio que es el contrario al vuestro, Señor. ¡Amor, haz que las criaturas no amen otra cosa que a ti!”
Para ello, la santa insistirá en la “pureza, pureza, pureza”, como solía repetir; esa pureza que es la desnudez total de la propia voluntad: la inmolación absoluta del propio yo, del juicio y parecer propio, de todo deseo y satisfacción. Es así como Magdalena ha llegado, contemplando sabrosamente, a la verdadera profundidad del misterio divino, en que del todo se sumerge y nos mueve a sumergirnos.
Su estela
A pesar de su clausura, pronto las maravillas de su vida y sus profundos escritos traspasaron los umbrales del convento florentino. A raíz de su muerte empezó su veneración y la edición de su biografía y parte de sus obras. La espiritualidad de Santa María Magdalena de Pazzi hay que situarla y entroncarla en la espiritualidad carmelitana. El secular árbol del Carmelo ha florecido siempre con sabia vigorosa y espléndida.
Algunas páginas de sus obras, especialmente las que se refieren a la contemplación del misterio de la Santísima Trinidad y al Verbo Encarnado, merecen no solo contar como trozos selectos, en alguna antología de místicos cristianos, sino también, como ha escrito Thor-Salviat A. A., en algún excelente tratado de Teología.
La influencia doctrinal ejercida por María Magdalena en la espiritualidad y en la piedad, sobre todo en la Italia de los siglos XVII y XVIII, ha sido muy notable. En estos dos siglos son numerosas las ediciones de los Éxtasis y casi trescientos los vocablos bibliográficos magdalenianos. El representante más famoso de esta influencia es quizá San Alfonso María de Liborio, que la cita frecuentemente en sus obras.
Su mensaje
*Que hay que ser valiente y dejarlo todo por el Señor.
*Que la Eucaristía debe ser nuestro alimento indispensable.
*Que María sea nuestra superiora y modelo.
*Que debemos crecer cada día en amor a la Iglesia.
Su oración
Señor Dios, tú que amas la virginidad, has enriquecido con dones celestiales a tu virgen Santa María Magdalena de Pazzi, cuyo corazón se abrasaba en tu amor, concede a cuanto celebramos hoy su fiesta, imitar los ejemplos de su caridad y su pureza. Amén.
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