BEATO RAFAEL DE SAN JOSÉ KALINOWSKI, PRESBÍTERO

Su vida
         Se llamó José y nació en Vilna (Polonia) el 1.9.1835 de noble familia. Pasó su juventud entregado a la piedad y al estudio, aunque después enfrió un poco en su vida de piedad. En 1853 ingresó en la carrera militar y muy pronto escaló altos cargos en la misma, que desempeño con gran competencia.Rafael de San José
         Se entregó a las obras de piedad y de caridad. Alejandro II de Rusia lo elogió grandemente. S levantó para defender a su patria y, apresado, llevó una vida de mucha oración y penitencia. Fue deportado a los campos de Siberia, donde pasó en trabajos forzados, cuatro años. Iba madurando en la fe. Después fue confinado a toros campos más benignos.
         Sus compañeros quedaban admirados de su virtud, caridad y paz. Le consultaban y acudían a él como a un santo. Fue el preceptor del duque Augusto y le acompañó a varias naciones de Europa. A los 42 años dijo adiós al mundo y pidió al provincial de Austria ser carmelita teresiano (1877), cambiando su nombre por el de Rafael de San José. En Polonia se ordenó sacerdote el 15.1.1882.
         Trabajó con todas las fuerzas de su alma para extender su Orden en Polonia. Fue vice-maestro de novicios, prior y vicario provincial y fundó el convento de Wadowice en 1892, donde desarrolló un fecundo apostolado. En esta ciudad nació en 1920 el papa Juan Pablo II y por el afecto que sentía a los carmelitas y la veneración de los restos de este venerable carmelita, intentó Farol Woytila, por dos veces, ser religioso carmelita.
         Murió santamente el 15.11.1907. El papa Juan Pablo II lo beatificó en su misma patria el 22.6.1983. Su fiesta se celebra el 9 de noviembre.

Su espiritualidad
         Cuando llegó al Carmelo ya era maduro en la virtud. Fue sobre todo un hombre de Dios, solícito por la continua comunión con Él. Sus contemporáneos están de acuerdo en definirlo como “oración viviente”. Continuamente recordaba a sus religiosos: “Nuestro principal quehacer en el Carmelo es el de conversar con Dios en todas nuestras acciones”.
         La oración, alimentada y sostenida pro la austeridad, pro el silencio y el recogimiento, fueron los cimientos de toda su vida espiritual. Otro elemento de su espiritualidad, que procuraba vivir y recomendaba a sus frailes y monjas, fue la intimidad con la Virgen María. La veneraba y amaba como a la Madre y fundadora de la Orden, esforzándose por tenerla siempre presente en el espíritu y trabajar por su gloria. “Para los religiosos y monjas carmelitas –decía- el honrar a la Virgen Santísima es de capital importancia. Y nosotros la amamos de veras solo cuando nos esforzamos en imitar sus virtudes, especialmente su humildad y su recogimiento en la oración. Nuestra mirada debe estar constantemente fija en ella, y a ella deben orientarse todos nuestros afectos, conservando siempre el recuerdo de sus beneficios y esforzándonos en serie siempre fieles”.
         Fue famoso confesor, al que acudían desde muchos kilómetros. Tomó para este apostolado el lema de San Pablo: “Caridad, alegría y paz” (Gal. 5,22). Escribió varios libros sobre María y otros temas carmelitanos.

Su mensaje
         *Que sepamos valorar el apostolado de la oración.
         *Que se reciba más y mejor el sacramento de la penitencia.
         *Que todos los pueblos gocen del don de la libertad.
         *Que sepamos valorar y vivir nuestro carisma.

 

Su oración
         Oh Dios, que concediste al beato Rafael, presbítero, espíritu de fortaleza en las adversidades y extraordinario celo de caridad para promover la unidad de la Iglesia, concédenos por su intercesión ser fuertes en la fe y amarnos los unos a los otros, para colaborar generosamente en la unión de todos los fieles en Cristo. Amén.