SANTA TERESA MARÍA DE LA CRUZ, VIRGEN

Su vida
         Teresa Adelaida Cesina Manetti nació de humilde familia en San Martino a Campo Bisenzio (Florencia-Italia) el 2.3.1846. Familiarmente le llamaban todos “Bettina”. Quedó huérfana de padre muy pronto y conoció lo dura que era la vida. a pesar de ello, ayudaba a los pobres privándose hasta de lo más necesario.Teresa María de la Cruz
         En 1872, junto con otras compañeras, se retiró a una casita de campo y allí “oraban, trabajaban y reunían a algunas jóvenes para educarlas con buenas lecturas y enseñarles la doctrina cristiana”. El 16.7.1876 fueron admitidas a la tercera Orden del Carmen Teresiano y cambió su nombre por el de Teresa María de la Cruz. En 1877 recibió las primeras huérfanas, cuyo número fue creciendo día a día. Aquellas niñas abandonadas eran su mejor tesoro.
         El 12.7.1888 las 27 primeras religiosas vistieron el hábito de la Orden del Carmen Descalzo, a la que se habían agregado el 12.6.1885. El 27.2.1904 el papa Pío X aprobaba el Instituto con el nombre de “Terciarias carmelitas de Santa Teresa”. Madre Teresa María vio con gran alegría extenderse el Instituto hasta Siria y el Monte Carmelo de Palestina.
         Gozó siempre de muy poca salud y también su espíritu fue duramente probado, por ello le cuadraba muy bien su sobrenombre “de la cruz”. Recorrió valientemente su calvario y con frecuencia decía: “Tritúrame, Señor, exprímeme hasta la última gota”. Su caridad no tenía límites. Se entregaba a todos y en todo, olvidándose siempre de sí misma. El obispo Andrés Casullo, que la conocía bien a fondo, afirmaba de ella: “Se desvivía por hacer el bien”. Después de pasar por noches oscurísimas de su alma, preparada pro la gracia, le llegó la muerte en su mismo pueblo natal el 3.4.1910, mientras repetía una vez más: “Oh Jesús mío, sí quiero padecer más”. Y murmuraba extática: “¡Está abierto! Ya voy”.
         Sus escritos, sencillos y profundos a la vez, fueron aprobados el 27.11.1937. El papa Juan Pablo II la beatificaba el 19.10.1986. Su fiesta se celebra el 23 de abril.

Su espiritualidad
         Son muchas las facetas de la vida espiritual en las que descolló nuestra beata. Ya desde niña la caridad fue su virtud principal. Cuando ya sea religiosa acudirán a ella toda clase de personas para que Madre Teresa María solucione sus más delicados problemas materiales y espirituales. Ella, con luces especiales que recibió de lo alto, tranquilizaba a aquellos espíritus atormentados, hacía las paces entre los encontrados y el Señor obraba milagros por su medio. Eran las florecillas de las que están llenos sus procesos.
         La oración era su vida y tuvo el carisma de una perenne comunión con el Señor, hasta el punto de que, como asegura un testigo refiriéndose a una afirmación de la beata, “le daba lo mismo estar retirada en el convento, que tratar con las personas, porque doquiera se sentía unida con Dios”. Devotísima del Santísimo Sacramento y del Sagrado Corazón de Jesús, solía decir: “Quisiera hacer de todos los corazones un solo corazón y meterlo en el Corazón de Jesús”.
         El amor a Jesús la unía más íntimamente a la Santísima Virgen, a la que como buena carmelita, trataba de amar e imitar siempre y en todo. Pero su gran vocación y su gran misión fue la cruz. Sobre ella veía a Cristo, y con Cristo quería a toda costa estar crucificada. Quiso que su fiesta fuera el 14 de septiembre, día de la Exaltación de la Santa Cruz. En lo más arduo de la persecución o de la prueba, exclamaba llena de gozo: “¡Viva la cruz!”

Su mensaje
         *Que los pobres y abandonados sean nuestros preferidos.
         *Que estemos dispuestos a arrastrar toda clase de sufrimientos por Cristo y por nuestros hermanos.
         *Que la Eucaristía y María sean nuestros maestros y nuestro consuelo.
         *Que la cruz sea nuestro mejor libro y maestro.

Su oración
         Oh Dios, que has sostenido en el camino de la cruz a la beata Teresa María Manetti, virgen, gracias a su ardiente amor por la Eucaristía, y la colmaste de ternura maternal para con los humildes y los pobres, concédenos por su intercesión que, fortalecidos con el pan de los ángeles, nos alegremos de participar en la pasión de Cristo, y colaboremos con obras de caridad a la venida de tu Reino. Amén.