BEATO ÁNGEL AGUSTÍN MAZZINGHI, PRESBÍTERO

Su vida
          Nació en Florencia, de la ilustre familia de los Mazinghi, alrededor de 1386. Ya grandito, a sus 25 años, allá por 1414, abrazó la vida del Carmelo en la recién iniciada “Observancia de Las Selvas”, que intentaban vivir la Regla carmelita en toda su pureza.Beato Ángel
          El necrologio de Lucio dice que “como viera la corrupción del mundo y lleno de un gran deseo de santificarse, marchó al convento de Las Selvas y allí, con algunos compañeros que abundaban en las mismas ideas, emprendió la vida del Carmelo y su primera observancia”.
          Poco duró esta observancia como tal, ya que se integró en la célebre Congregación Mantuana, que tan copiosos frutos de santidad produjo para la Iglesia y la Orden. Se ordenó sacerdote en 1415. Fue Prior de los conventos de Las Selvas y de Florencia durante varios trienios. Fue celoso predicador, obrando ruidosas conversiones como fruto de sus sermones. El año 1434 obtuvo el título de Lector.
          Fue un auténtico modelo de superiores. Todos lo veneraban y querían como a padre. A sus súbditos nunca mandaba cosa que primero él no practicara, manifestando además su ardiente celo para que el Carmelo no decayera de su primitivo fervor exigiendo por esto la más estricta observancia. Además, su ejemplo y santidad fueron para todos el mejor estímulo.
          El necrologio del Carmen de Florencia le recuerda en estos términos: “Fray Ángel Agustín, varón venerable sumamente virtuoso, insigne por su doctrina. Consejero seguro, de gran fama y vida santísima, famosísimo por su predicación, el primer hijo de la observancia de Las Selvas”.
          Murió el 17.8.1438. Fue sepultado en la iglesia del Carmen de Florencia. Desde 1930 su cuerpo reposa bajo la Mesa del Altar Mayor de dicha Basílica. El pueblo florentino lo veneró siempre con el nombre de “el beato Angiolino”. Su culto fue confirmado por la Santa sede en 1761. La Orden celebra su fiesta el 17 de agosto.

Su espiritualidad
          Refiere Nicolás Calciuri, carmelita y compañero del Beato, que mientras el P. Ángel Agustín predicaba un día en Florencia, pudieron todos ver cómo salían de su boca, rosas y otras flores, que dos ángeles recogían, tejiendo con ellas una corona, que colocaron sobre la cabeza del Beato. Este es el motivo iconográfico con el que suele ser representado.
          Fueron muchos los pecadores que sintieron los efectos de su ardiente palabra y cambiaron de vida. El ayuno, la mortificación, las asperezas y sobre todo la oración fueron sus compañeras, pasando en el silencio de la noche muchas horas en oración. Dotado del don de consejo, continuamente era solicitado para resolver dificultades y consolar a los atribulados.
          Uno de sus amores más encendidos fue hacia la Santísima Virgen, cuyas prerrogativas ensalzaba en sus numerosos sermones. Dice el himno de Laudes y Vísperas de su fiesta:
          “Observando nuestra Regla /con fervores siempre nuevos, /escalaste las alturas /de nuestro santo Carmelo. /El primero en el trabajo, /constante, probo, modesto, /tus palabras convencían, /pero arrastraba tu ejemplo. /Brillante por la elocuencia, /ardiente en divino celo /doquier la paz afirmabas /en los cristianos preceptos…”.

Su mensaje
          *Que la observancia de la Regla nos ayude a perseverar.
          *Que seamos hombres más de obras que de palabras.
          *Que seamos, a nuestro modo, predicadores de la Palabra de Dios.
          *Que los demás, viendo nuestro obrar, alaben al Padre celestial.

 

Su oración
          Dios todopoderoso y eterno, que has santificado este día de júbilo con la glorificación del Beato Ángel Agustín; concédenos por tu bondad mantener firmemente y consolidar con obras aquella fe profunda que él testimonió con celo infatigable. Amén.