HISTORIA DEL MONASTERIO
La fundación del monasterio de Madres Carmelitas de Cañete la Real (Málaga) fue debida principalmente al Dr. D. Melchor de Rojas y Saavedra, hijo ilustre de la ciudad y Rector que había sido de la Universidad de Osuna (1606-1609). Para ello hizo testamento en 1645 manifestando ser de su voluntad que fuera un convento de monjas de clausura de estricta observancia y que se titulara del Santísimo Sacramento, cediendo para tal empeño unas casas de su propiedad en el centro mismo de la población. Sus albaceas no hallaron otras religiosas mejor que las carmelitas observantes de Villalba del Alcor (Huelva) quienes cedieron abrir un nuevo Carmelo por aquellas tierras cercanas a la Serranía de Ronda, bellos parajes y lugar apropiado para la vida de contemplación que practican estas monjas. Fue el arzobispo de Sevilla, Fr. Pedro de Urbina, quien dio las correspondientes licencias de fundación puesto que a su diócesis hispalense pertenecían en aquel tiempo no solo la ciudad onubense de Villalba, sino también la malagueña Cañete. También dio sus licencias el Provincial de los Carmelitas andaluces, P. Fr. Eustasio Gutiérrez quien señaló a dos religiosos para atender a las monjas, el P. Fr. Luis Avedaño que se quedó por vicario, y el P. Fr. Agustín Bermudo que quedó por procurador, “ambos religiosos de conocida virtud”, según nos cuentan las viejas crónicas. Vinieron como fundadoras del citado convento de Villalba seis monjas: la M. Sor Catalina de Jesús como priora, la M. Sor Feliciano de San Agustín de subpriora, y como maestra de novicias la M. Sor Juana de S. Miguel; con estas vinieron del mismo monasterio la M. Sor María Ana de los Ángeles y la M. Sor Beatriz de S. José. Del monasterio de Antequera se asoció otra carmelita, la M. Sor Jerónima de S. Eliseo, todas de singular virtud. Se tomó la posesión del convento el domingo 10 de diciembre de 1662. “Se colocó el Santísimo Sacramento y predicó el R. P. Fr. Pedro Moreno, carmelita de la comunidad de Antequera; asistieron a esta tan plausible función lo más ilustre de esta villa con grande júbilo por el bien recibido que fue tan útil y ventajoso establecimiento”. “Conservan aquellas benditas religiosas el primitivo fervor, el buen olor, la buena opinión y gran fama de santidad que desde su origen tuvo su fundación, y se extendió por todas partes. Están sujetas a la Orden y siempre han procurado los provinciales ponerles religiosos graves, doctos y observantes que las asistan y socorran en todo. En el archivo de dicho monasterio se conserva un libro donde se lee la fundación de él, los prodigios que ocurrieron y el compendio de unas 15 o 20 vidas de ejemplares y virtuosas religiosas que han florecido. En él se distinguen la V. M. Sor Josefa de San Florencio, aunque todas fueron singulares siervas de Dios y dignas esposas suyas. Fuera mucho del agrado del Señor que dicho libro se diera a la imprenta para honra y gloria suya, honor de aquella casa y de esta provincia, como para estímulo de las demás”, escribe Rodríguez Carretero en su Epytome historial. Efectivamente, por muchas y difíciles circunstancias ha pasado este venerable monasterio a punto de extinguirse en varias ocasiones, alguna de muy recientes fechas. Dios quiere mantener para el pueblo de Cañete este “jardín escondido” en el corazón mismo de la ciudad. Hoy un grupo de jóvenes religiosas, venidas de diferentes países, forman parte de la comunidad que sigue manteniendo las santas tradiciones, bien asistidas por jóvenes capellanes que saben apreciar en su justo valor la vida religiosa de clausura. También la serrana ciudad, desde su saltas autoridades hasta el último vecino, aprecia y ayuda a sus carmelitas de toda la vida. Ojalá que algún día y por medio de algún generoso mecenas, se llegue a publicar el precioso manuscrito de que habla el cronista y que tan celosamente guarda la historia del multicentenario monasterio.
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